Vaginismo
¿Qué es el vaginismo? ¿Cómo superarlo?
El vaginismo es una disfunción sexual, además de una condición psicosomática, que sufren algunas mujeres, que impide que sus relaciones sean plenamente satisfactorias. Se trata de un fenómeno que consiste en la contracción involuntaria de los músculos pélvicos y del tercio externo de la vagina, que dificulta la penetración, haciéndola dolorosa y hasta imposible. Su origen no es meramente físico, sino que tiene un componente psicológico muy importante que limita la respuesta sexual femenina.
El vaginismo es una de las dos razones más comunes de matrimonios no consumados. La frustración de no tener relaciones sexuales puede llevar a seria insatisfacción y discordancias maritales. Esta es una de las razones por las que resulta tan importante documentarse acerca de este problema y tratarse debidamente.
Síntomas
El primer síntoma es la estrechez vaginal, dificultad o inhabilidad para permitir la penetración para el coito.
Signos y exámenes
Los especialistas en ginecología y los sexólogos son los más indicados para intentar poner fin al problema, ya que pueden actuar tanto en el aspecto psicológico como en el físico. Para confirmar la presencia de vaginismo es necesario un examen ginecológico. El doctor deberá notar si se presenta una contracción involuntaria de los músculos de la vagina mediante la introducción del dedo. Si una mujer no puede utilizar tampones, esto puede ser un indicador de la presencia de vaginismo. Solucionar el problema no sólo ayuda a la mujer que lo padece, sino que también ayuda a prevenir disfunciones en la pareja, ya que se han descrito casos de impotencia masculina que tienen origen en la imposibilidad de efectuar el coito (si el hombre no comprende la verdadera naturaleza del vaginismo, es posible que incurra en pérdidas de autoestima).
Causas, incidencias y factores de riesgo
La falta de formación en cuestiones relacionadas con la sexualidad.
Fuertes inhibiciones respecto del sexo originadas en creencias religiosas ortodoxas extremadamente conservadoras.
Secundariamente, puede estar relacionado a experiencias traumáticas en relaciones sexuales anteriores.
La falta de comunicación con la pareja.
Agresiones sexuales (acoso o violación).
Miedo al embarazo.
Temor a contraer enfermedades de transmisión sexual.
Con menos frecuencia el vaginismo puede ser una reacción a una disfunción sexual en el hombre o a una orientación fundamentalmente homosexual por parte de la mujer.
Las mujeres que sufren esta disfunción no sólo la padecen en sus relaciones sexuales, sino también en las exploraciones ginecológicas. Al carecer de control sobre la capacidad de contracción de los músculos situados alrededor de la vagina, cuando son atendidas por un especialista suelen manifestar todos los síntomas que caracterizan a este problema, como la reacción instintiva de cerrar las piernas para evitar cualquier tipo de examen.
Los especialistas diferencian la fobia del vaginismo: la fobia es consciente, mientras que el vaginismo no lo es. Sin embargo, en muchas ocasiones se presentan conjuntamente. Las mujeres que presentan vaginismo en distintos grados normalmente tienen fobias en cuanto al sexo y la penetración, ya que para ellas el coito normalmente es muy doloroso. Sin embargo esto no necesariamente quiere decir que sean frígidas. Muchas mujeres responden positivamente al estímulo y tienen orgasmos gracias a la estimulación clitorial. Muchas mujeres con vaginismo buscan el contacto y juego sexual, evitando la penetración.
Hay casos en que la contracción se presenta sólo ante el intento de penetrar con el pene; en otros, no permite la entrada de los dedos, ni de los tampones e incluso, imposibilita el examen ginecológico.
Deberíamos diferenciar lo que llamamos coito doloroso o dispareunia (en el cual la penetración, a pesar de acarrear dolor o molestias, es posible en forma parcial o total) del vaginismo donde la penetración no es posible puesto que, ante la introducción del pene o de un dedo, los músculos de la vagina se contraen de manera no voluntaria.
El vaginismo no depende de la voluntad y no se regula conscientemente: no es "un mero cerrar las piernas". Hay que destacar que la mujer puede excitarse y lubricar, pero cuando el compañero quiere realizar el coito percibe una resistencia, al punto que si hace demasiada fuerza ella comienza a sentir dolor.
Esta situación se puede mantener a través de los años y, a veces, hace crisis cuando la pareja desea tener hijos y esta dificultad se lo impide.
Se han barajado varias causas para justificar esta disfunción: las orgánicas como las patologías vaginales que causen dolores (vaginitis, endometrosis, bartolinitis, etc.) pueden producir un cierto espasmo que impida la realización del acto. Pero, lo más frecuente, es que esté provocada por causas psicológicas. Desde fobias a la penetración, conflictos infantiles y experiencias traumáticas del pasado (abuso sexual infantil), terror al embarazo y a la maternidad, hostilidad hacia el compañero, influencias familiares coercitivas.
Una de las consecuencias del vaginismo, acompañada muchas veces de una disfunción sexual masculina complementaria.
El aspecto psicológico
Los profesionales en psicología están capacitados para ofrecer información suficiente a la persona afectada para que sea capaz de desmitificar la relación sexual o superar cualquier temor que pueda tener. Es importante que la mujer sepa cuál es la sensación que va a experimentar cuando se sienta preparada para afrontar el problema -por sí misma o con la ayuda del ginecólogo- a fin de que su reacción sea conocida de antemano y, por lo tanto, menos traumática. De esa forma se consigue que persista en los estímulos.
También es fundamental hacer un análisis profundo del comportamiento de la mujer y del momento por el que atraviesa para actuar sobre los factores que ocasionan el problema. Es así como se ponen de manifiesto posibles mitos sobre el sexo, carencias de información o experiencias traumáticas que pueden ser tratadas para poner fin al vaginismo.
El aspecto físico
Existen algunos ejercicios que permiten a la mujer recuperar el control de los músculos perivaginales. El objetivo de estos movimientos, que precisan de la ayuda del ginecólogo, es saber manejarlos para que la paciente sea capaz de asumir contracciones voluntarias que superen a las involuntarias. Lo más aconsejable es aprender a contraer y relajar la zona repetidamente (a esta actividad se la llama ejercicios de Kegel) e intentar controlar la orina (interrumpiéndola en algunos momentos).
Prevención
Una forma de prevenir el vaginismo es criar a los hijos en un ambiente con actitudes saludables hacia el sexo. Si el coito es doloroso para una mujer, ella deberá buscar evaluación médica. Cuando el dolor llega a ser considerado parte de la relación sexual, aumenta el riesgo de condicionar una respuesta al vaginismo.
El tratamiento
El tratamiento que se debe escoger para tratar el vaginismo consiste en un programa terapéutico intensivo que combina la educación y la asesoría con ejercicios de comportamiento, los cuales comprenden contracción y relajación de los músculos del piso pélvico (ejercicios de Keger) para mejorar el control voluntario.
Se recomiendan ejercicios de dilatación vaginal en los que se utilizan dilatadores plásticos, lo cual debe hacerse bajo la dirección de un sexólogo u otro médico y debe realizarse con la participación del compañero. Gradualmente, el tratamiento debe incluir contacto más íntimo, hasta culminar con la relación sexual.
Asimismo, se debe brindar tratamiento educativo, incluyendo información acerca de la anatomía sexual, la fisiología, el ciclo de la respuesta sexual y los mitos comunes sobre el sexo.
La pareja debe formar parte del tratamiento, que debe incluir cada vez más contacto íntimo y culminar en el coito. Además debe haber educación en cuanto a sexo contraproducente y mala información, que está presente en el 90% de los casos. Dicha educación deberá incluir información acerca de anatomía sexual, fisiología, el ciclo de respuesta sexual y los mitos comunes acerca del sexo. En los casos en que haya un fuerte componente de evitamiento sexual fóbico puede ser útil el uso de relajación hipnótica y auto hipnótica.
Las tasas de éxito de los tratamientos de 10 a 15 sesiones ambulatorias, realizados por especialistas en terapia sexual están generalmente entre 95 y 98%