Disfunción Eréctil
¿Qué puedo hacer si sufro de impotencia, no logro mantener la erección, o cuando penetro mi pene vuelve a la flacidez?
Diariamente son muchos los varones que acuden a consulta en nuestros centros de salud públicos y en clínicas privadas, aquejándose de problemas sexuales, o bien problemas de pareja relacionados con la sexualidad.
Entre los varones el principal motivo de consulta es la disfunción eréctil, seguido muy de cerca por la eyaculación precoz.
La disfunción eréctil se caracteriza por la incapacidad para poder alcanzar o tener una erección suficiente para llevar a cabo la penetración y realizar el coito.
Puede presentarse a cualquier edad aunque es más común a partir de los cuarenta años. Con la edad se producen cambios específicos en el hombre que no son necesariamente disfunción eréctil.
El varón necesita más tiempo para excitarse y el pene requiere más estimulación directa y no alcanza la misma rigidez que en la juventud. Cualquier distracción puede resultar en la perdida de la erección y el orgasmo tiende a ser menos intenso.
Todos los hombres pueden tener problemas para alcanzar la erección en algún momento de sus vidas, especialmente cuando están cansados, sufren estrés, están bajo los efectos del alcohol o padecen una enfermedad grave.
La impotencia que aparece de forma persistente no es común en los hombres jóvenes, pero se hace más frecuente a partir de los cuarenta años y se ha visto que el 30% de los hombres entre los 40 y 70 años sufre algún tipo de impotencia, incluyendo las formas moderadas y las severas. A esto contribuyen varios factores como el ser fumador, ser diabético, tener la tensión alta o padecer enfermedades cardíacas, sufrir alteraciones en los niveles de colesterol, depresión o ser consumidor de medicamentos utilizados para tratar estas enfermedades.
Es importante tener en cuenta que la disfunción eréctil puede ser de base orgánica, es decir, tiene que ver con una enfermedad física, o bien de base psicológica. Siendo común que tanto la causa psicológica como la física actúen de forma conjunta. Los expertos piensan que factores psicológicos como estrés, ansiedad, culpa, depresión, baja autoestima y miedo de falla en el sexo causan 10 a 20 por ciento de los casos de DE. Los hombres con una causa física de DE a menudo experimentan el mismo tipo de reacciones psicológicas (estrés, ansiedad, culpa, depresión).
En los últimos años han aparecido fármacos de gran importancia para esta disfunción sexual, como la famosa pastilla azul y otras de última creación, todas ellas facilitando la erección, eso si, siempre y cuando exista estimulación sexual.
Hay que tener en cuenta que no siempre con la ayuda del fármaco se solucionan los problemas, pues en la mayoría de ocasiones está indicada de forma simultánea la terapia sexual.
Es un psicólogo o bien un médico, especialistas en sexología quienes dirigirán la terapia sexual, cuyo objetivo principal es eliminar la ansiedad que presenta el hombre ante la actuación sexual por un miedo al fracaso e incrementar al mismo tiempo la confianza en sí mismo a la hora de controlar la erección.
Entre las preguntas que se plantean y que nos ayudan en el diagnóstico y el posible tratamiento cabe citar las siguientes. ¿Puede conseguir una erección en alguna circunstancia? ¿La erección es completa o parcial? ¿Hay alguna anormalidad en la forma del pene cuando está en erección? ¿Consigue erección durante la actividad sexual y la pierde en un momento determinado (por ejemplo, justo antes o después de la penetración vaginal)? ¿Puede conseguir una erección por si mismo (por ejemplo con la masturbación o con fantasías eróticas) y puede mantenerla si lo desea? ¿Se ha levantado alguna vez por la noche o por la mañana con una erección?
Como en cualquier trastorno sexual, existe un tratamiento y una solución a nuestro problema. No tenemos que dejarlo de lado, pues nuestra relación de pareja se ve afectada, incluso nosotros mismos llegamos a sentirnos mal anímicamente.
El ciclo de la disfunción eréctil, comienza de muchas formas diferentes, debido al alcohol o a la ansiedad, al estrés, a la diabetes, a deficiencias hormonales, hipertensión, tabaco, fármacos, etc., se da el primer fallo. En días sucesivos está presente el miedo de que vuelva a ocurrir, ocurre de nuevo, lo cual enciende el ciclo que dará lugar a que se dé el problema de manera persistente. Debido al malestar que conlleva tal situación, comenzamos a reducir la frecuencia de relaciones sexuales, perdiendo incluso la apetencia y el deseo sexual. Con el tiempo se solidifica una ansiedad anticipatorio, estableciéndose la disfunción eréctil en toda regla.
La gravedad de la disfunción aumenta con el tiempo, siendo esta la razón principal por la cual tan pronto como nos percatemos debemos de acudir al especialista.
En muchas ocasiones será nuestro médico de cabecera, quien pueda ayudarnos, o bien el urólogo, el psicólogo o médico especialistas en sexología. Recuerde que las disfunciones sexuales, como otras muchas enfermedades tienen tratamiento y como no, solución.